Neko

Eran las ocho de la mañana cuando mi Kevin soltó un grito desgarrador: los reyes habían venido y le habían dejado el barco de piterpan, la casa del robinjud unos retuladores muy bonitos y una bolda de chuches. A mi Mari Carmen le habían dejado la ropa del Zara y unos pendientes muy bonitos de colorines de los jipis y otra bolsa de chuches. A mí me dejaron una bolsa de chuches que también me gustan. Mi Kevin fue corriendo a la cocina para ver si se habían comido los polvorones y el colacao y al ver que el plato estaba vacío me dijo: Ves mama como a los reyes le gustan los polvorones. Y todo pasaba como un día de reyes cuando llamaron a la puerta: el sinvergüenza con su regalo. A mi Kevin le había traído el disfraz de la masa que del toisarás no lo sacó seguro y a mi Mari Carmen unas botas de color rosa que le gustaron mucho, mucho, mucho. Y el sinvergüenza me dice: Maru, que no te voy a disí que lo intentemo porque siempre me dices que nanai de la china, pero si que me pués invitá a un café. Como amigos, vamo. Y yo que soy una blanda le dejé que se tomara un cafelito con leche con madalenas que parecía que no había comido en tres meses porque se comió cinco madalenas, tres sobaos y dos vasos de agua. - Habría que ir pensando en irse- le dije después de ver que se espanzurraba en los sofanes mientras le montaba el barco pirata del piterpan a mi Kevin. - Muhé, espera que le monte al chiquillo esta atrasión y adespués me voy. Y yo me esperé hasta un rato y le dije: - Mira Paco, que ya está. Ala, que ya verás a los niños el sábado, que ahora tengo cosas que hacer. Y el sinvergüenza dejo las piezas confundidas porque puso la puerta del barco del piterpan en la del robinjud, le dió dos besos a mi Kevin y a mi Mari Carmen y salió por la puerta como un corderito. Lo curioso es que ni mi Kevin ni mi Mari Carmen levantaron la cabeza para decirle adiós. Y yo me pienso que si a mi los reyes me hubieran traido la termomix de seguro que tampoco levanto la cabeza.