Neko

Pues no quiero contar lo malísima que ha sido la semana pasada, que he trabajado tanto que tenía arneas de esas que te quedas sin respiración y te pones colorada, porque a mi las arneas me dan de dia, porque como de noche estoy durmiendo pues no sé si me dan. Pues el día de antes de los reyes me fuí como las locas a comprarle los regalos a mi Kevin y a mi Mari Carmen. Si no fuí antes es porque el Rafa no me pagaba los dineros extras que me debía y claro, el dia de antes de los reyes pues me planté y le dije que o me pagaba o me iba a poner a dar chillidos y claro, el Rafa, eso de pegar chillidos pues no lo ve muy bien, así que sacó su cartera y me pago todo, todo, todo. El Migue me esperaba en la calle con mucha preocupación porque estaba en lo de la cabalgata y el rey Melchor se les había puesto malo y no tenían otro rey Melchor, así que le dije: mira Migue, si tu me sesoras bien sesorada con los regalos y me acompañas al tois arás a comprarle los regalos a mis niños, yo me disfrazo de rey Melchora y tiro caramelos o lo que tengáis para tirar. Y como le gustó muchísimo mi idea, pues me acompañó a pelearnos por el barco pirata del piterpan y por el árbol del robinjud, porque como era el último día pues sólo le quedaban algunas existencias, que eso era lo que decía el papel colgado en la puerta y claro, habían más personas humanas como nosotros intentando llegar al barco pirata del piterpan y al árbol del robinjud que existencias de esas, pero cuando las otras personas humanas fueron a llamar al encargado de la tienda, el Migue ya había atrepado por las estanterías y tenía en su poder las dos únicas existencias del piterpan y del robinjud. Cuando conseguimos salir de allí, nos fuimos al Zara para comprarle una falda modelna a mi Mari Carmen y un jersei de rayas muy modelno también. Después me fui a ver a la Justa y pedirle que llevara a los niños a la cabalgata, porque el sinvergüenza, que había dicho que vendría, pues que no podía porque estaba en el tois arus peleando por varias existencias de esas que ya no quedaban. Le dije a la Justa que yo iba a hacer de rey Melchora, pero que no le dijera nada a mi Kevin y a mi Mari Carmen que ellos creían todavía en los reyes. Como la Justa sabía que le estaba haciendo un favor a su hijo, el Migue, pues dijo que vale, pero que no les daba de cenar. Así que a las 6 de la tarde, en la asociación de vecinos del barrio me pusieron una capa, una barba, un bigote, unas cejas, unos guantes y una corona hecha por las pensionistas y me ayudaron a subirme a un tractor que era lo único que habían conseguido para la cabalgata. A las 7 saliamos los 2 reyes y yo y los tambolirelos y las mayoretes y la guardia urbana con sus luces azules. ¡Como me lo pasé tirando caramelos!¡Parecía el rey Melchora loquita de ilusión y de alegría! Los niños decían aquiiiiiiii, aquiiiiiiiii y yo venga lanzar caramelos a tronche y monche. Al girar por mi calle, allí , vi a mis niños gritándome aquiiiiiii Melchor, aquiiiiiiiiiii y me tuve que callar la boca porque a puntito estuve de decirles: niñoooooos que soy la mama, pero pensé que les daría un pasmo, así que les tiré varios puñados de caramelos y a punto estuve de bajarme del tractor y arrancarle los pelos a una señora que le quitó un caramelo a mi Mari Carmen. Pero eso no lo hace cualquier rey que se preste, aunque sea el rey Melchora.