Neko

Que hasta ahora no me he podido poner a explicar lo bonito, bonito que fue la barbacoa. A ver: que ayer a las nueve de la mañana llegó la Pringui a mi casa y me dijo que al Luis le habían dejado una jurgoneta y que el problema ya estaba arreglado y que la invitara a un cafelito con leche que venía muerta. Así que a las once de la mañana, la Pringui, mi Kevin, mi Mari Carmen y yo mismamente, estabamos esperando al Luis. Yo tenía una curiosidad grandísima por conocer al Luis. Me pinté un poco los ojos con pintura azul truquesa que me queda muy bien y los labios colorados, pero poco. A las once y cinco vemos que se acerca una jurgoneta de color marrón con un letrero que decía: "Queso el Zagalón: de cabrales a tu mesa". Y se veía una cabra untándose una tostada en una mesa rústica. Mira, a mí eso me hizo gracia hasta que nos metimos dentro de la jurgo. Aaaaayyyy! Yo creía que nos ibamos a morir de un asco. Había una peste a resabido que no daba para mirar ni al Luis, ni a Dios bendito. Mi Kevin, en la segunda curva dijo: Mama, aquí huele a perro, creo que voy a gomitar. -Anda hijo, abre la ventana bien abierta y respira fuerte, que aún queda un rato. Y mi niño que es un heroe, pues fue respirando como pudo hasta que llegamos. De mi Mari Carmen no digo nada porque ella, en cuanto entró por la puerta de la jurgo, cogió la ventana y sacó la cabeza hasta que llegamos. Como la Pringui iba delante con el Luis y yo iba con la preocupación de mis niños, pues no me fijé bien en como era el hombre hasta que nos bajamos de la peste. El sitio era muy bonito y ya había llegado el Migue y más personas humanas que yo no conocía, pero que me gustaron desde el principio: había un matrimonio con dos niños iguales en todo, habían dos chicos, así como el Migue, una chica más con una niña pequeña y nosotros. ¡Ah, y estaba el Sumaquer también con un radiocasete a toda voz! Entonces fue cuando me fijé en el Luis: no era ni alto, ni bajo, ni guapo, ni feo. Era de esas personas humanas que ves por la calle y no te fijas, pero nada. Así que yo decidí fijarme en los choricillos y en el fuego, la verdad. De pronto se acercó el Migue y nos dijo: venga Maru, vamo a prepará la manduca. Anda Pringui, saca la gasolina que vamo a darle unos tragillos. Y a partir de aquí todo fue de comer y de comer que si panceta, que si chorizo, que si chuletas, que si churrasco, que yo eso no sabía lo que era pero que estaba muy bueno, que si venga pan. Y de beber: venga y venga vino del tretrabis. Y mi Kevin relacionándose con los gemelos iguales y mi Mari Carmen por allí recogiendo flores y todo muy irilico y muy bonito. Cuando nos lo comimos todo, el Sumaquer nos puso rocanroles y yo que estaba más sastifecha que la Virgen de la Macarena después de la semana santa, pues me puse a bailar los rocanroles con mi Kevin y luego se apuntó el Migue que es muy de la guasa y el matrimonio que no sé todavía como se llamaban porque se hablaban el uno con el otro diciéndose todo el rato cariño y amor y los demás les decían "oye" todo el rato y ya me he perdido... Bueno, pues a las seis de la tarde que ya se había gastado todo, pues nos despedimos y le dije al Migue que si nos llevaba él con la excusa de que vivimos en el mismo bloque y el dijo que sí y mando al Sumaquer a la jurgoneta del Luis y nosotros nos fuimos los primeros... Cuando nos metimos en el coche mis niños y yo, oímos una voz en la galaxia del Sumaquer que decía: Joooooooééééééé tíííoooooo que pessssssste!!!!