Neko

Este fin de semana, vamos el sábado por el mediodía y el domingo antes de las doce, el sinvergüenza le tocaba llevarse a mi Kevin y a mi Mari Carmen y yo, arrengaíta que voy porque todavía no me he puesto en disposición de la vida desde el día de reyes, pues que cuando se fueron, decidí hacer eso que he leído en las revistas que hacen los artristas cuando están hartos de tó lo bueno, que es hacer una cura de sueño. Yo pensaba que una cura de sueño era que te ibas a dormir como las momías egiptas pero la hija de la Justa que sabe mucho de todo pues me ha dicho que es acostarse y dormir hasta que a una le duelan los cáncamos de los codos. Las artristas también van a esos hospitales que les quitan los michelines pero yo, como no tengo más euros que los que se cuentan con la mitad de una mano, pues he decidido curarme en no comer y beber mucha agua del grifo que tiene mucha sustancia. Pues a las diez de la noche estaba con el estógamo de sinfonía para pianos y trompones en la cama. Cuanto más sonaba el estógamo, pues yo más agua le metía, así que en vez de una cura de sueño he debido hacer una cura de riñones, porque dormir, no he dormido mucho. A las cinco de la mañana, el vecino de abajo empezó a dar con el mango de la escoba, así como con mucha irritación mientras gritaba: Maru hostia, al menos cuando mees no tires de la cadena. Y esta mañana tenía una ojeras que ni la Maria de la O. Así que me creo que a las artristas las deben endrogar o algo para que duerman: sin comer, y con el estógamo cambiando de sinfonías a cada rato... Porque a mí, a las ocho de la mañana, en vez de mañanitas me cantaba la caballeriza rusticana, que ya es un cantar.